Sábado 11 de Marzo de 2006, 17:52

Argentina debate la vuelta de la alconafta

| Diputados discute el marco que promoverá la producción y el consumo en el país de biocombustibles. Industiales del NOA celebran la idea pero objetan la falta de estabilidad fiscal del proyecto oficial.

En un país donde el potencial agrícola parece tener cada día más techo y los recursos petroleros menos piso, el retorno a la alconafta y la expansión del biodiésel parecen ser destinos inexorables de la Argentina. A menos que se asuma, de brazos cruzados, que habrá que importar cada vez mayores volúmenes de combustibles para cubrir demandas cada día más elevadas a costos cada vez más altos. En medio de este complicado escenario energético, que muestra el horizonte de las reservas petroleras del país reducido hoy a apenas nueve años, seis comisiones de la Cámara de Diputados comenzaron a discutir una ley marco para propiciar la producción de aceites y alcoholes vegetales para su consumo en mezclas con gasoil (biodiésel) y naftas (alconafta). El plenario de comisiones se reunió el pasado miércoles y el dictamen fue demorado a pedido de las bancadas opositoras, pero a cambio el oficialismo arrancó la promesa de que el marco legal de los biocombustibles tendrá preferencia para ser llevado al recinto la próxima semana. Mientras esto ocurría en el Congreso, durante la apertura de la exposición Feriagro 2006 en Armstrong (Santa Fe), el vicepresidente Daniel Scioli aseguró que una vez girado por Diputados el proyecto que propicia el Gobierno nacional tendrá "inmediato tratamiento" en el Senado, donde se descuenta su aprobación. Lo que debería ser un paso auspicioso en la política energética del país, sin embargo, desató duros cuestionamientos dentro y fuera del Congreso, porque se dejó caer el estado parlamentario de un proyecto similar que había presentado el senador rionegrino Luis Falcó (UCR) en 2004 y contaba ya con la unánime media sanción de la Cámara alta. Este revés que Falcó atribuyó a una "actitud egoísta" del Gobierno nacional, tiene giros que difícilmente torcerán el inevitable rumbo de la Argentina hacia los biocombustibles pero que seguramente desalentarán muchas inversiones en las plantas que se necesitan para producir biodiésel y alconafta. Los sectores agroindustriales de Salta, Tucumán y Jujuy siguen con interés el desarrollo del debate y tienen posición tomada. El presidente de la Unión Industrial de Salta, Guillermo Jakúlica, remarcó la "enorme trascendencia" que tiene para el país el marco de los biocombustibles, pero objetó que el proyecto impuesto por el oficialismo haya dejado de lado los incentivos fiscales previstos en el texto que ya había aprobado el Senado para reemplazarlos por un esquema de subsidios. "Se restó la estabilidad fiscal", advirtió Jakúlica, tras recordar que las inversiones en plantas de biocombustibles tienen un repago a largo plazo que exige reglas estables. [b]Punta entrerriana[/b] El pasado viernes quedó inaugurada en el Parque Industrial de la localidad de Galarza, en Gualeguay (Entre Ríos), una planta de producción de biodiésel. Demandó una inversión de 0.000 y con ella se autoabastecerá de combustible y energía eléctrica -a través de generadores impulsados por el biodiésel- una empresa líder de la zona: Silocar. La unidad de producción cuenta con una planta de acondicionamiento de granos y módulos de extracción de aceite, biocombustible y expeller. A través de estos equipos se obtendrán aceites crudos, soja desactivada, expeller de soja, de girasol, de lino, de semilla de algodón y de colza, entre otros subproductos. A la par del biodiésel, el potencial agrícola del país se presta para que los ingenios del NOA vuelquen parte de la cosecha de caña a la producción de alconafta. Brasil lo hace desde hace 30 años y gracias a los incentivos de su Programa Proalcohol su producción de caña llega hoy a 300 millones de toneladas. [b]Del dulce alcohol de la caña a un trago amargo[/b] Fue Tucumán la provincia que marcó la punta en el consumo masivo de alconafta común -una mezcla con 12% de alcohol y el resto nafta común- en los inicios del programa argentino. Esta mezcla dio por resultado un combustible de 83 octanos capaz de reemplazar totalmente el consumo de nafta común a partir del 15 de marzo de 1981. Hacia mayo de 1983 la experiencia acumulada en los distintos eslabones de la cadena dio lugar al lanzamiento de la alconafta super sin mayores problemas. El 20 de septiembre de ese año se incorporaron al plan alconafta las provincias de Salta y Jujuy con lo que se dio por concluida la primera etapa, cuyo objetivo era el de absorber los excedentes de alcohol de melaza, sin realizar ninguna extensión de los cultivos de la caña de azúcar. En diciembre de 1984 se sumaron Catamarca y La Rioja. En marzo de 1985 lo hizo Santiago del Estero, provincia con la que toda la región NOA quedó integrada al consumo obligatorio de alconafta super y común. El objetivo de la segunda fase del Programa Alconafta era aprovechar totalmente la capacidad de destilación, con posibilidad de eliminar parte de la exportación de azúcar, si los precios internacionales eran desfavorables. Además se preveía la posibilidad de la molienda directa de caña de azúcar en el Norte para la obtención del alcohol destinado a la mezcla. El 30 de octubre de 1985 se integraron al plan Santa Fe y Entre Ríos, tras las cuales hasta comienzos de 1987 se fueron sumando otras jurisdicciones del Litoral y el NEA. En 1987 las 12 provincias ya integradas al programa consumían cerca de 250 millones de litros de alcohol anhidro por año, y se estimaba que la industria y los cañaverales existentes poseían capacidad para producir 450 millones de litros de alcohol. En este contexto, la alconafta se expandía a pie firme y resultaba económica porque el Estado renunciaba al impuesto a los combustibles sobre el 15% de alcohol contenido en la mezcla. Contra todo los esperado, un par de años después las producciones de caña se mostraban totalmente insuficientes para cubrir el consumo necesario de alcohol. Entre el precio internacional del azúcar que había recuperado su rentabilidad y las fuertes presiones ejercidas por las empresas petroleras sobre el Estado, el Programa Alconafta declinó hasta desaparecer por completo en 1989. Desde entonces, hasta ahora, nunca más se habló de la alconafta y la historia del "Combustible Giacosa" también quedó olvidada en la noche de los tiempos. [b]La patentó un salteño y la probó Mosconi en 1928[/b] Salta es la pionera de la alconafta en el país, ya que la primera experiencia relacionada con este combustible se llevó a cabo en mayo de 1928 en Campamento Vespucio. Allí se usó una mezcla carburante llamada "Combustible Giacosa" por ser su inventor Luis Giacosa, quien patentó su invento el 3 de octubre de 1927 con el N° 27861. La mezcla consistía en un 15% de petróleo crudo, 5% de metileno y 80% de alcohol. La prueba fue realizada el director general de YPF, Enrique Mosconi, en el municipio norteño que hoy lleva su nombre. La historia de la industria petrolera recuerda que el general -por entonces coronel- vació totalmente el tanque del camión Ford T que usaba y lo llenó con "Combustible Giacosa". Tras encender el motor, el militar quedó poco menos que maravillado con los resultados: el arranque fue instantáneo y no se produjeron emanaciones de óxido de carbono (CO), porque la combustión era completa y la mezcla combustible-aire absorbida por las válvulas de admisión podía comprimirse nueve veces en su volumen sin detonar por presión. Luego, al destaparse el motor, no se advirtió la presencia de residuos carbonosos en la cámara de compresión ni en la válvula de escape. El segundo antecedente en el país data de 1942, cuando el entonces gobernador de Tucumán, Miguel Critto, utilizó un vehículo accionado con un combustible que tenía el 30% de alcohol desnaturalizado y el 70% de nafta como parte de las experiencias que comenzaban a realizarse en el empleo de un sustituto para la nafta. El recorrido alcanzó las localidades de San Javier y Villa Nougués, a 800 metros de altura sobre el nivel del mar, y el automóvil tuvo un "excelente funcionamiento". En el Departamento de Investigaciones y Desarrollo de YPF los primeros ensayos en torno de la alconafta se hicieron recién en 1940, pero todos los intentos realizados durante más de medio siglo no alcanzaron continuidad sino a partir de 1979, cuando se puso en marcha en la Argentina el llamado Programa Alconafta. [b]Más empleos y menos polución[/b] La experiencia de Brasil en el uso de alcohol como combustible deja apreciar varias ventajas directas, comenzando por el aprovechamiento de la sobreproducción de caña de azúcar y de los propios desechos de la producción de azúcar. No menos importancia reviste el hecho de usar fuentes renovables para acortar la dependencia del petróleo. Estudios realizados por diferentes especialistas, destacan que con un buen programa de alconafta se generaría una importante ocupación de mano de obra en las provincias azucareras del NOA y una mejor administración de las reservas argentinas de petróleo. Con todo, en países como Estados Unidos y Canadá el uso del alcohol como combustible no tiene eje en lo económico, sino en los beneficios que supone una menor contaminación ambiental a través del desarrollo de fuentes renovables de combustibles alternativos.