Miércoles 18 de Julio de 2012, 19:46

Basavilbaso renovó sus reclamos por el esclarecimiento del aten

| Se cumplieron 18 años del ataque que destruyó la sede de la AMIA en Buenos Aires. La Asociación Israelita de Basavilbaso renovó sus reclamos de justicia en un acto, llevado a cabo, a las 15 horas, en la centenaria biblioteca "Lucienville", dónde se recordó a las víctimas.


El 18 de julio de 1994 fue atacada y destruida la sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA), institución dedicada a la asistencia social y a la cultura, Murieron 85 personas y cientos resultaron heridos del atentado más sangriento cometido contra la comunidad judía en el mundo desde la Segunda Guerra Mundial. El acto cívico-religioso organizado por la Asociación Israelita de Basavilbaso, realizado este miércoles, a las 15 horas, en la centenaria biblioteca “Lucienville”, contó con la presencia del Intendente, Silvio Valenzuela, funcionarios de su gabinete y Concejales, y representantes de distintos credos religiosos. El orador central del acto fue el Dr. Miguel Carlín quien se refirió a la mañana del 18 de julio de 1994, cuando ocurrió el atentado que destruyó la mutual judía de Buenos Aire, "horrorosa". "A las 9,53 el terror, la ignominia, la crueldad, apagarían ochenta y cinco vidas humanas y lesionarían en sus cuerpos y salud a otras trescientas. Dieciocho años reclamando que se arribe a la verdad de lo ocurrido, se juzgue y se castigue a los autores, cómplices y encubridores. Dieciocho desde ese acto aleve que no solamente agredió a la comunidad judía, no solamente a los argentinos, sino a toda la Humanidad. Las acciones terroristas destinadas a causar grandes estragos, a segar las vidas de las personas, sin importar a quien ni donde, agravian al género humano en su conjunto. Dieciocho años luchando contra un fundamentalismo feroz que impulsa estas acciones de muerte y destrucción. Dieciocho años han transcurrido desde aquel 18 de julio de 1994, cuando lo acontecido a las 9.53, no se circunscribió a una Buenos Aires llena de urgencias y apresuramientos. A esa fatídica hora, todos los argentinos experimentamos con dolor el gran estallido homicida, todos sufrimos muy hondamente la estruendosa agresión. No se trató de un sueño infernal, de una horrible pesadilla en la mañana invernal, sino de la comprobación que el odio y la furia asesina aún anidan en hombres y mujeres de este mundo, que la sinrazón fundamentalista puede ejercitar un ataque afrentoso hacia el género humano, con el más absoluto desprecio por la vida ajena y por la tolerancia, mostrando un inequívoco rechazo a la equidad y fraternidad entre los seres humanos. Dieciocho años han transcurrido, y aún tenemos diáfana la imagen de lo producido por los poseedores de odios ancestrales, que ejecutan con crueldad e ignominia actos genocidas, para satisfacer un rencor fratricida bajo la cosmética de propósitos diversos, los que siempre implican el reemplazo de la fraternidad y el amor por el odio, de la paz por la violencia, de lo justo por lo injusto, de la dignidad por la fuerza mortal contra el inocente. El terrorismo internacional escogió nuestro país, el país de todos los argentinos para un hecho que agravió la conciencia del mundo entero. Fue la miseria de los hombres que se niegan a sí mismos, traducida en un ataque que detuvo los relojes y pareció paralizar los corazones. El edificio sede de la Asociación Mutual Israelita Argentina se desplomaba (al igual que en marzo de 1992 ocurriera con la embajada de Israel), en una nueva exteriorización de la barbarie y el desprecio por la vida humana". El Dr. Carlín dijo en otro pasaje de su mensaje que con un saldo de muertos, heridos, mutilados y centenares de viviendas y comercios cercanos gravemente afectados, "el extremismo fundamentalista volvió a agredir a todo el género humano". "Dieciocho años han pasado desde que en pocos instantes la crueldad y la sinrazón lograran mostrar su absoluto desprecio por la libertad, la justicia, el derecho, la tolerancia, el respeto recíproco, en suma, por la vida misma. La dinamita asesina, fue utilizada por asesinos, ideologizados por asesinos, adiestrados por asesinos y enviados por asesinos, accionando el detonador como resultante del odio de personas contra personas, de la crueldad de individuos contra individuos y de la desvalorización de la vida del semejante; ellos dimensionaron el horror general y nos sumieron a sabiendas en la desazón interminable", exclamó. El ex Convencional dijo en estos Dieciocho años se mantuvo el "dolor" y la "indignación" frente a tamaña "consagración de la impunidad". Y eso debe acicatear la rebeldía contra la falta de resultados positivos. "Deben removerse las estrategias dilatorias de quienes se han propuesto hacer que con el tiempo que transcurre huya la verdad", dijo. Dieciocho años que han permitido comprobar con claridad las graves negligencias investigativas y los no menos graves yerros judiciales. Ellos no deben ser apreciados con benevolencia, porque los delitos de lesa humanidad no admiten ni la indulgencia ni el perdón", enfatizó. Más adelante indicó que durante estos 18 años "seguimos demandando por el esclarecimiento y el condigno castigo a los responsables en todos los niveles por su participación en el hecho, sea activa o por omisión y por los silencios vergonzosos. En estos hechos de extrema crueldad, con el penoso resultado de tantas víctimas, no cabe minimizar la participación que les cupo a quienes lo perpetraron, llamando a algunos autores y a otros "cómplices", ya que todos tuvieron para hacerlo un rol protagónico, siendo cada uno de ellos una pieza inseparable en esa maquinaria terrorífica. De ahí que deban todos ser considerados como coautores de ese gravísimo delito". "Dieciocho años y seguimos llorando por las víctimas directas e indirectas, por los muertos, por sus familiares y por sus allegados pero también por nosotros mismos, por nuestra incapacidad para evitar una segunda tragedia, la que terminó siendo hija de la falta de esclarecimiento de la primera. No se trata de un mero aserto retórico, sino que la impunidad frente al atentado contra la Embajada de Israel mostró, aunque a todos nos avergüence, una carencia de la fuerza cívica y el coraje suficiente para enfrentar a los extremismos fundamentalistas de cualquier signo, a los que no les basta con declamar el odio y muerte de los semejantes, sino que siguiendo su objetivo de destrucción y maldad, no vacilan en demoler y matar", exclamó. El Secretario de la Asociación Israelita local se quejó que en estos 18 años mantuvo la esperanza de que se lograra un "juicio justo que acabe con la impunidad", acompañando los reclamas en los foros internacionales y "pidiendo el apoyo de los restantes países hermanos para traer a los implicados al proceso". "Seríamos justos con la historia de lo acontecido ni con la realidad que debemos reconstruir si acotamos la responsabilidad del evento a los agentes extranjeros y omitimos a la conexión local. Hechos de la magnitud y virulencia del que conmemoramos exige una doble participación ideológica y autoral, con actores locales y ajenos. De ahí que no se trate solamente del castigo a los culpables, para asegurar el cumplimiento de la norma punitiva, sino de una enseñanza de vida a todo el orbe, mostrando que las acciones terroristas se juzgan, imponiendo las sanciones penales a los responsables", aseveró el Dr. Carlín en otro pasaje de su discurso. El dirigente de la comunidad judía local aclaró: "no pedimos venganza ni la aplicación de una solución talional, sino que reiteramos el enfático reclamo ciudadano para que los autores del hecho, locales y foráneos, sean sometidos a un juicio justo, con condena a los que sean hallados como culpables, sean de Irán o de otro lugar del planeta, al igual que a los partícipes vernáculos. Los muertos, los heridos, los dañados y la comunidad toda exigen esa respuesta, pero también la impone nuestra conciencia republicana y la necesidad que no haya crímenes impunes ni asesinos que gocen de protección extranjera o internacional para evitar no solo la eventual condena sino el juzgamiento imparcial por el hecho". "El Derecho de Gentes, que regula la convivencia social en todo el mundo no admite para estos delitos ni la tolerancia, ni la impunidad, ni el perdón, sino la investigación responsable, el juicio justo a quienes sean considerados como partícipes en la causación de la masacre, sean quienes sean, vengan de donde vengan, no importa su origen étnico, costumbres o el lugar de nacimiento. La ideología de la muerte no tiene nacionalidad, porque esas afrentas a la fraternidad y dignidad entre los hombres, no puede ser cobijada por los límites geográficos o ideológicos de manera alguna sin ofender los más elementales principios de la armonía que debe presidir la vida de los pueblos", prosiguió Carlín. "Que esa esperanza se torne realidad y que el devenir nos permita conseguir el juicio y castigo que reclamamos en nombre de toda la Humanidad: la Paz y la hermandad del género humano la exige y nos obliga a lograrla", remarcó al exclamar: "Que así sea!".