Viernes 29 de Marzo de 2013, 23:55

Cientos de vecinos participaron de la procesión del viernes san

| El Padre Raúl Läderach encabezó la procesión, por las calles de la ciudad, de la feligresía cristiana católica en el marco del Viernes Santo de la Pasión del Señor.


Este viernes, 29 de marzo, los fieles católicos de la ciudad del riel vivieron intensamente la Pasión del Señor. Desde horas tempranas de la mañana hubo actividades en el templo parroquial, con gran notoria presencia de niños y niñas de la catequesis, quienes fueron artífices de una de las más importantes -por lo masiva- manifestación de fe con el Vía Crucis y la representación, por parte del grupo Kairós y el coro "San Agustín", del drama inmenso de la muerte de Cristo en el Calvario. A las 20 familias enteras se congregaron frente a la parroquia San José Obrero, para partir en procesión a la luz de las velas por las calles de la ciudad hasta el predio ubicado entre el polideportivo municipal y el barrio "88 Viviendas", donde están representadas las estaciones del "Vía Crucis". El Padre Raúl Läderach recordó que este Sábado Santo la Oración de la mañana en el templo será a las 8,30 horas y que a partir de las 11 los vecinos pueden confesarse. "A las 20,30 horas se realizará la solemne Misa Pascual con Bautismos. Para la liturgia de la luz recomendamos traer velas y para la liturgia del agua una botellita", dijo. Läderach reconoció que el Papa Francisco generó en la comunidad católica local una "gran alegría", la que se percibe "en todos lados" y que "seguramente contribuyó para que los fieles masivamente estén participando de la fiesta cristiana más importante". Francisco se ha convertido en una sorpresa permanente para sus fieles. No solo ha despojado los inicios de su papado del boato característico de otros pontífices, sino también ha tenido actitudes que lo presentan ante los demás como una persona humilde. Un nuevo ejemplo lo dio este viernes, poco antes de la ceremonia conmemorativa de la Pasión de Cristo. En la ocasión, Francisco ingresó en la Basílica de San Pedro y se postró ante el altar, en señal de adoración y respeto. El pontífice permaneció en esa posición varios minutos, rezando.