Lunes 13 de Abril de 2009, 23:18

Contamíname

| Por estas horas en que los medios de comunicación centran su atención en el dengue, y los menos en los daños que provoca el glisfosato cobra vigencia el editorial, de fecha 10 de abril de 2009, del semanario local "Crónica", que edita y dirige el Dr. Mario Ignacio Arcusin, que ofrecemos aquí a nuestros lectores.

La crisis del dengue, que ya constituye una epidemia, viene a poner en su lugar una realidad que muchos niegan: se gobierna para el día y se piensa más en la "caja" que en la salud del cuerpo y el alma del pueblo. Esto, que parece una recurrencia al Dr. Juan Carlos Pugliese, Ministro de Economía de Alfonsín, que editara aquella frase, luego tan burlonamente repetida, de "apelamos al corazón y nos contestaron con el bolsillo", se ha constituido ya en una especie de árbol que no nos deja ver el bosque, como consecuencia directa de tantos años desperdiciados en "pizza y champagne", "Shakira y los De la Rúa boys" y, ya en el paroxismo de la frivolidad, las carteras Louis Vuitton, los hoteles cinco estrellas de El Calafate y los casinos de todo el país. Y decimos esto porque nos preocupa que todo el peso de la repercusión que está teniendo lo que ya constituye una catástrofe esté centrado en la forma en la que se va a combatir ahora el dengue, en cómo se cura a los afectados y, en el mejor de los casos, en cómo se evita la propagación. Así es el discurso de los políticos de las regiones involucradas, pero también el de la mayoría de los medios. Por supuesto que es necesario encarar con profundidad los planes para enfrentar el mal, pero nosotros pondríamos el mismo énfasis, o más todavía, en analizar por qué, después de más de cincuenta años de haber sido erradicado del país, han vuelto las condiciones para que se inicie y se propague, y cuánto tienen que ver esas condiciones con las "fiestas" a que hacíamos referencia en el primer párrafo de esta página. Muchas veces dijimos acá que la política es, por definición, el arte de gobernar las ciudades. Por lo tanto, como arte que es, mal puede verse agotada en sus términos con solo ejecutar (deberíamos decir mejor "solo iniciar") la mayor cantidad de obra pública posible, de la mayor erogación presupuestaria que se les pueda ocurrir, para rápidamente "robar para la corona" y satisfacer el ego de los sempiternos candidatos que ora se presentan en su ciudad, ora en su provincia, ora en la nación, sin solución de continuidad (¡a veces sí, porque renuncian a un cargo "menor" para aspirar a otro de mayor rango, sin tener en cuenta que están defraudando al que los votó!) financiando sus campañas con el dinero del pueblo. Entonces, alguien, nosotros por ahora, pero forzosamente alguien más, deberá darse cuenta de que empezamos por el dengue porque le hicimos "el campo orégano", pero que pronto nos va a pasar lo mismo con otras cosas en las que estamos descuidando las defensas, casi siempre por esas mismas razones de preferencia del bolsillo antes que el corazón, o peor todavía, antes que la razón. En la ciudad de Crespo (sí, acá nomás) se ha denunciado, todavía sin mucho eco pese a lo grave de la imputación, que una empresa con habilitación municipal y un reconocimiento de la provincia, está fabricando film para bolsas de polietileno usando como materia prima el extrusado (molido) de los bidones de inoculantes y pesticidas. Si tenemos en cuenta que después la gente pone todo tipo de alimentos dentro de esas bolsas, porque ni siquiera se imagina con qué están hechas, poco queda para deducir la causa por la cuál los mismos que han denunciado este hecho también agregan que hace casi diez años se viene notando que la incidencia del cáncer aumentó en Crespo y muchísima gente joven fallece de ese mal. Hay muchos casos de chicos con cáncer testicular y chicas con tumores debajo de las axilas, en el cuello o cáncer de mama y esto recién ahora desató el interés por saber qué está pasando. ¿Vamos a hacer, entonces, como dice Bertold Brecht en su poesía tan conocida y no nos vamos a preocupar ya que el dengue está en Chaco y el cáncer en Crespo? ¿Y cuando esos o algunos otros males causados por la desidia lleguen acá, qué vamos a hacer? Hace pocos días nos acercaron un material elaborado por una periodista francesa en el que se revela la estrategia de una conocida compañía multinacional para fomentar el empleo de transgénicos y agroquímicos. Nosotros seguimos acá discutiendo solo por las retenciones, mientras en Europa ya se prohibió el uso de semillas transgénicas, que ya todos reconocen fueron desarrolladas para hacerlas más resistentes, mientras que al mismo tiempo se impulsó en forma asociada la utilización de un poderoso herbicida, que genera efectos nocivos a largo plazo sobre la tierra y los seres humanos. Obviamente que acá se expandieron en forma exponencial, de la mano de la soja, y "gracias" a sus cotizaciones crecientes en los mercados internacionales. Y lo que también es indiscutible es que la soja transgénica nunca fue estudiada y tampoco fueron estudiados los efectos que puede producir en la gente, en el consumidor, en los animales o en el medio ambiente. Hubo una falta total de investigación científica para verificar si hay problemas o no. La segunda cosa es que Monsanto pudo vender el Roundup, el herbicida a base de glifosato, porque mintió. La empresa fue condenada por publicidad mentirosa en Estados Unidos hace ya diez años y en Francia el año pasado. Pero acá vamos a esperar a que pase algo similar a lo del dengue, porque estamos acostumbrados a actuar por reacción, y tratando de no molestar a los "poderosos intereses económicos", aunque se mueran cientos de nosotros. Monsanto aseguró siempre que el glifosato era biodegradable, es decir que luego no queda nada ni en el suelo, ni en el aire, ni en el agua, que no tenía problemas para el medio ambiente, ni para la salud de las personas que lo utilizan, pero todo eso es mentira. Esa periodista, en su informe, asegura que "es una catástrofe sanitaria que ya está en marcha. La Argentina ya está totalmente contaminada y me da mucha pena". El otro "dengue" que no vemos hasta que ya nada podamos hacer es el problema de la contaminación atmosférica, que comenzó hace aproximadamente 200 años con la revolución industrial, pero que ahora se disparó también en forma exponencial. Hoy, el humo expulsado de los autos, colectivos y camiones, los procesos industriales, los sistemas de calefacción y hasta el humo de los cigarrillos se juntan para contaminar el aire que respiramos provocando una gran parte de las enfermedades respiratorias. Sin embargo, las personas reaccionan de manera muy diferente a la polución. Algunas pueden notar una sensación de presión en el pecho o tos, mientras que otras no sienten nada. Como el ejercicio requiere una respiración más rápida y profunda, éste puede aumentar los síntomas. Las personas con enfermedades del corazón tales como angina de pecho, o con enfermedades del pulmón tales como enfisema o asma, pueden ser muy sensibles a ser expuestas a la polución del aire y pueden notar consecuencias que los demás no notan. Afortunadamente, para la mayoría de las personas saludables, los síntomas de la exposición a la polución del aire usualmente desaparecen tan pronto como la calidad el aire mejora, pero acá cerca tenemos una empresa a la que desde hace treinta años le están dando "sesenta días" para arreglar los digestores y que dejen de envenenar el aire, con lo cuál poco se puede confiar esperando que desde el gobierno nos den esa mejoría en la calidad de lo que respiramos. La polución también provoca daños en el ambiente, y puede afectar la flora, la fauna y los arroyos (¿se acuerdan del Calá?). La contaminación también ha reducido el espesor de la capa de ozono y ha provocado efectos climáticos. Alguien nos dijo alguna vez que observáramos los techos de chapa a dos aguas, tanto de Rocamora como de Basavilbaso, fijando la atención en aquellos que apuntan a la citada empresa. Y es cierto; están oxidados de una manera tal que nos hace pensar cómo estarán nuestros pulmones. Uno no puede menos que recordar que cuando éramos chicos se decía "le entró el dengue" cuando alguien se asustaba por algo. Bueno sería, entonces, que con ese sentido metafórico, a los responsables de todas las contaminaciones habidas y por haber, algunas detalladas hoy acá, les "entre el dengue" y se pongan a pensar, como tanto se dijo en estos días al recordar al "padre de la democracia", en nuestros hijos y en los hijos de nuestros hijos. Hay una copla española antigua que tanto nos gusta y que dice: "El señor Don Juan de Robres Con caridad sin igual Hizo este santo hospital Más primero hizo a los pobres".