Jueves 19 de Julio de 2007, 00:14

El ataque a la AMIA fue contra toda la sociedad Argentina

| En el salón de la biblioteca “Lucienville” se llevó a cabo esta noche el acto en recordación de las 85 víctimas mortales y más de 300 heridos que dejó el atentado perpetrado contra la sede de la AMIA, Buenos Aires, el 18 de julio de 1994. La comunidad judía de Basavilbaso reiteró sus críticas al Estado Nacional al sostener que el atentado a la mutual israelita “es una tragedia Argentina no asumida como tal”, y que “ el Estado tiene la obligación moral y jurídica de hallar a los culpables”.


La Dra. Susana Matzkin, en representación de la Comisión Directiva de la Asociación Israelita de Basavilbaso, expresó que el ataque “estaba dirigido a la comunidad judía”, pero “atentaron contra toda la sociedad Argentina”. “En la explosión murieron niños y adultos, trabajadores, vecinos y peatones. Nuestra ciudad y nuestro país se encuentran desde entonces conmocionados por esta tragedia y desolados por la falta de justicia”, afirmó. La médica recordó que eran las 9:53 horas del lunes 18 de julio de 1994 cuando una bomba destruyó a la centenaria mutual israelita. “El mundo se detuvo, la vida se detuvo. Una escena de horror sembrada de muertos y heridos. Escombros que sepultaron sueños y esperanzas, caminantes que detuvieron su marcha para siempre. Las personas asesinadas dejaron un enorme vacío en los corazones de sus familiares y de todas las personas sensibles y solidarias”, dijo Matzkin. Seguidamente recordó que “pasaron 13 años sin justicia y ni un solo día sin memoria”, y que en la fecha 85 vidas cumplen 13 años menos y la falta de justicia 13 años más. “La de la AMIA es una tragedia Argentina no asumida como tal, y el Estado tiene la obligación moral y jurídica de hallar a los culpables; bienvenidos los signos y esfuerzos oficiales de los últimos tiempos. Pero hasta ahora esos esfuerzos no han dado con la verdad”, enfatizó la Dra. Matzkin. Por último dijo que es sabido que los problemas irresueltos del pasado terminan por aparecer drásticamente en el presente, y que la democracia sin un presente diáfano ha de tener un porvenir oscuro. “Vivimos tiempos de compromiso y responsabilidad, para que el fanatismo de una idea sea disuelto en la posibilidad exclusiva de la pluralidad. Alguien dijo que “el gran problema no es la maldad de los malos, sino el silencio de los buenos”. Recordemos a las víctimas, exijamos justicia y eduquemos contra la discriminación”, concluyó.