Domingo 23 de Marzo de 2008, 13:41

El motoencuentro fue una fiesta

| Entre el viernes y el domingo, organizado por la agrupación local “Jomoba”, se realizó el 1º encuentro de motos. Hasta el Polideportivo Municipal “General San Martín” de Basavilbaso llegaron más de 700 motoqueros de diferentes partes del pais y el exterior.


Se vivió el fin de semana en Basavilbaso el encuentro de motos, organizado por agrupación local “Jomoba”. Si bien durante el transcurso del viernes se comenzó a vislumbrar por la ciudad la llegada de ellas, el motoencuentro se empezó a vivir el sábado por la tarde cuando el camping del polideportivo municipal lucía repleto de motos, camperas de cuero y carpas. Entre las muchas actividades hubo bandas de rock y pruebas de destreza. [imgTexto=DSC02037aa.jpg]Los primeros motociclista en llegar a la ciudad del riel, el jueves a las 15 horas, fueron Zunni Acuña y Willy Echegoyenberry, quienes viajaron los 1200 kilómetros que separan Fray Luis Beltran (Provincia de Santa Fe) de Basavilbaso en una moto Guerrero 150 cc.[/imgTexto] Ellos al igual que gran parte de los más de 700 que participaron del encuentro organizado por la agrupación “Joroba” (Jóvenes Motoqueros de Basavilbaso) acamparon en el “poli”. “La verdad es que estamos muy contentos de haber venido. Es un lugar muy lindo, tranquilo y de gente muy amable”, dijo Willy en una charla informal con RIEL FM. La pareja dijo haber pasado unos días “excelentes”, y si bien participan de eventos similares desde hace unos 3 años “la verdad es que nos sorprendió la buena onda de la gente y la belleza del lugar”, confesaron. La cifra de asistentes superó ampliamente las previsiones de los organizadores, lo que le aseguraría a muestra ciudad una fecha en el calendario de los más importantes motoencuentros que se realizan a lo largo y ancho de la Argentina. El rugir de los motores se hizo sentir en toda la ciudad donde el ir y venir de las motos recreaban la vista de los ciudadanos que masivamente salieron a la calle, el sábado en las primeras horas de la noche, para acompañar la ruidosa caravana con la que los asistentes al encuentro hicieron para saludar a los habitantes de la localidad anfitriona. “Desde el viernes estamos disfrutando de la pasión por las motos, la música, el paisaje y buenas cervezas”, dijo Oscar que lucia orgulloso una DKW de 1931. Asistiendo con la cabeza Raúl observo un olvido de su amigo de ruta -por la importancia que en este tipo de reuniones tiene- el “motoasado”, que según su experiencia “fue extraordinario”, aunque aclaró que no lo dice porque le tocó hacerlo. Saúl Obispo, integrante del grupo organizador, realizó un minuto de silencio en recuerdo a los motoqueros amigos fallecidos, seguido de un rugido de motores “para que lo escuchen los de arriba”, como arengó al oficiar de locutor en la entrega de menciones a los asistentes. “La agrupación es nueva, no tiene mucho más de seis meses y el éxito del encuentro fue posible por las ganas que pusimos y al enorme apoyo de nuestras familias, amigos y colaboradores que voluntariamente se sumaron para darnos una mano”, manifestó. A la hora de hacer un balance Saúl reconoció sentirse orgulloso de ser parte de un grupo que logró que “los amigos que llegaron de Santa Cruz, Córdoba, Santa Fe, Buenos Aires, Corrientes, del Uruguay y Brasil se sintieran cómodos, como en su casa” y que prometieron volver el año próximo. El parque de motos fue increíble, para todos los gustos, pero sin dudas que uno de los “fierros” que deleitó a todos fue la creación de Roberto Bauer. El mecánico de motos, oriundo de Gualeguaychù, llegó al encuentro conduciendo un modelo de su creación y construido por sus propias manos hace 10 años. “Tiene un motor Fiat, un poderoso Iava de 1300 cc., con el que viajo a todos lados sin ningún tipo de problemas. Es un placer viajar en esta maquina de tres ruedas y con tres asientos”, reconoció con orgullo Roberto que de inmediato se excusó de no haber traído la familia, su esposa e hijos, por las amenazantes condiciones del tiempo del viernes. Enseguida recuerda que un viejo matafuegos en desuso se convirtió en el tanque de combustible de su creación y que al motor no lo toco salvo para cambiar la tapa por la de un Fiat Uno. “Soy un laburante que regresé hace unos años al pago chico en busca de tranquilidad y a partir de conseguir eso, y de trabajar todos los días en lo que me gusta, puedo hacer tiempo para disfrutar de salir a rodar la moto, encontrarse con amigos, tomar algo y escuchar buena música”, afirma.