Domingo 7 de Octubre de 2012, 21:44

La muerte de un militante

| Para el Dr. Mario Arcusin, Director del semanario local Cronica, con el fallecimiento de Sergio Carlín "se muere, entre otras cosas, un militante. Y eso ya es mucho decir. Verborrágico, controvertido, polemista, pero con un altísimo nivel de formación intelectual que hizo de sus opiniones casi un manual de la política".

El Dr. Arcusin comenta en una nota que “Hace poco, y seguramente porque las casualidades no existen, hablábamos con Sergio de la película “Sostiene Pereira”, en la que Marcello Mastroiani se encargaba, en un diario portugués, de escribir las necrológicas. Lejos estaba yo de pensar que, tan cercano en el tiempo, debería redactar la suya, porque por sobre nuestras más que evidentes diferencias antinómicas, políticas y deportivas, existe un aprecio personal que ante su desaparición física me llena de dolor y de impotencia”. Para el Director de Crónica “con Sergio Carlín se muere, entre otras cosas, un militante. Y eso ya es mucho decir. Verborrágico, controvertido, polemista, pero con un altísimo nivel de formación intelectual que hizo de sus opiniones casi un manual de la política. Y con Sergio se muere, también, un luchador. Las barricadas literales de los ’70, en las luchas contra la dictadura, y las más abiertas del ’83 hasta acá, lo encontraron en primera fila, poniendo la misma enjundia y el mismo fervor en todas las que le tocaron. Quedarán en la memoria de los que lo supimos “enfrentar” en esas contiendas las ganas que le ponía a la pelea por cada voto, por cada cuadra de “boleteada, por cada discusión a ganar en los medios, por cada visión de los actos de gobierno de propios y de extraños”. “Abogado de todas las causas en las que creía, aún cuando esas mismas luchas de los ’70 lo obligaron a dejar inconclusa su carrera, fue un más que hábil y aguerrido defensor de sus amigos en todas las oportunidades en las que fue convocado. Y cuando para eso uno deja de lado las diferencias, y conmigo y con mi padre lo hizo, prestándonos una ayuda invalorable, uno sabe que tiene al lado a un “buen tipo”. Y eso debe llenar de orgullo a sus hijos, a Zuny, su esposa, y a Chacho, su hermano de siempre y de todos los momentos”. Para Arcusin “el vacío que deja alguien con su muerte se puede medir con la misma dimensión que ocupó su vida. En el deporte, el básquet lo tuvo como jugador y como técnico; en el periodismo, los micrófonos y las páginas de los periódicos estaban acostumbrados a vivir sus opiniones; y más allá de que el centro de su vida presente haya sido la función política, que suele generar enfrentamientos internos y partidarios, el espacio que deja no será fácil de llenar. Seguramente no se disgustará, cuando esté llegando a ese lugar en el que todos nos encontraremos alguna vez, desde nuestra fe o desde su agnosticismo, que lo despida con la frase que un radical, Ricardo Balbín, dejó para la posteridad ante los restos de Juan Domingo Perón: “Este viejo adversario despide a un amigo”.