Viernes 4 de Noviembre de 2005, 10:34

Es hora de pensar en los ferrocarriles

| Apagados los fuegos de la estación Haedo es hora de pensar en cómo se solucionarán los graves problemas del transporte ferroviario.

Durante la administración estatal los ferrocarriles presentaban numerosas y graves deficiencias que afectaban tanto a los pasajeros como al servicio de cargas, es decir a empresas y productores agropecuarios, y representaban una fuerte erogación para el Fisco. El gobierno de Carlos Menem concesionó parte de los servicios y desactivó miles de kilómetros de ramales, así como talleres de reparación, bajo el supuesto de que eso mejoraría el funcionamiento de las líneas remanentes y reduciría la carga fiscal. Ese pronóstico no se cumplió. A pesar de la concentración de la operatoria en los segmentos más rentables, la mayoría de las líneas de larga y corta distancia mejoraron poco o nada y siguieron requiriendo sustanciales subsidios públicos: el Estado sigue aportando casi un millón de pesos diarios para una red mucho más reducida que la que existía en el momento de la privatización. Esto se debió a las características de los contratos de privatización y al incumplimiento de los compromisos asumidos por los concesionarios. La crisis reciente y el propósito del Gobierno de evitar un aumento de tarifas contribuyeron a agravar el cuadro. A esto se agrega la persistencia de la debilidad regulatoria estatal la cual permite la continuidad de fallas de servicio que podrían evitarse con una gestión más eficiente o respetuosa de los contratos. En un país de grandes extensiones como la Argentina el ferrocarril es una necesidad básica para contar con un sistema de transporte racional y económico, más aún a partir del aumento de los precios del petróleo. El Gobierno prometió, oportunamente, una mejora y ampliación de la red ferroviaria. Hasta el momento se dieron algunos pasos auspiciosos, pero muy modestos en ese sentido: los trenes urbanos son escasos y deficientes y los de larga distancia tienen una presencia casi simbólica. Es de esperar que lo ocurrido en la estación Haedo contribuya a movilizar las conciencias y las políticas oficiales hacia una mejora del servicio ferroviario, una necesidad básica en un país de grandes extensiones. Fuente: Diario Clarin.