Martes 1 de Septiembre de 2009, 18:03

¿Fin al tren bala?

| La construcción del cuestionado tren bala, pensado para unir dentro de tres años Buenos Aires con Rosario (luego con Córdoba y más tarde con Mar del Plata), no tiene partida asignada en el proyecto de presupuesto que el Ministerio de Economía está diseñando para presentar en sociedad en menos de dos semanas. Esto quiere decir que, si el Gobierno quiere realizar la polémica obra, tendrá que utilizar parte de los casi $80 millones que aún tiene designados y que no fueron utilizados para este fin, ya que la obra, más que estar paralizada, nunca se inició.

El proyecto de Tren de Alta Velocidad sumará así su segundo año sin ponerse en movimiento. El TAVe iba a ser un negocio redondo de la francesa Alstom. La compañía construiría las estaciones, aplicaría las vías y las instalaciones eléctricas, proveería las máquinas y vagones y, para facilitar las cosas, el crédito para que el Gobierno Kirchner logre su proyecto. La compañía cobraría por todo servicio algo menos de u$s 4.000 millones, mientras que el costo total para el país llegaría a los u$s 4.200 millones. Como el dinero debía ser provisto por Alstom, la explicación oficial para que el proyecto se congelara este año fue que debido a la crisis financiera internacional, los fondos de los bancos franceses no estaban disponibles para obras públicas en países en desarrollo. Más específicamente, el dinero iba a ser obtenido a través del banco Natixis, aún en serias dificultades financieras. La entidad fue capitalizada por el Gobierno francés, que cuestionó primero y congeló después los proyectos del banco fuera del territorio galo. Obviamente, en las prohibiciones se incluye el tren Buenos Aires-Rosario. Natixis iba a desembolsar el dinero a medida que avanzaran las obras, y el pago se realizaría en tres décadas, con un período de gracia de siete años y una tasa de interés anual en dólares de entre el 11% y el 12%. Como el dinero entonces debía ser aportado por el Gobierno argentino, la posibilidad de avanzar en 2010 con la idea es más que lejana. En teoría, el Ejecutivo debería presupuestar para el TAVe, unos u$s 1.500 millones en el próximo ejercicio, prácticamente la mitad de lo que debería pagar Amado Boudou por vencimientos de deuda en el primer semestre. Como el proyecto tenía una demora prevista de cuatro años y comenzaría su construcción en enero de 2009, para 2013 hubiera sido una realidad. Incluso Cristina de Kirchner hubiera podido inaugurar algún tramo entre Buenos Aires y Rosario. Si no comienza la construcción el año próximo (como se descarta sucederá), el proyecto en realidad quedará para su concreción en la próxima administración que suceda a la actual Presidente. El TAVe tiene el copyright de Néstor Kirchner. Fue el ex jefe de Estado quien presentó el proyecto el 26 de abril de 2006, asegurando además que el trazado llegaría hasta Córdoba y luego, en una pronta segunda etapa, hasta Mar del Plata. El contrato lo firmó Cristina de Kirchner dos años después, el 29 de abril de 2008. Los datos técnicos prometían que el tren bala recorrería unos 710 kilómetros con velocidades máximas de 320 k/h. Iba a ser el primero de su clase en América Latina, partiendo desde Retiro, pasando por Pilar, San Nicolás, Rosario, Marcos Juárez, Villa María y Córdoba. En total, para llegar a Rosario la demora sería de menos de 90 minutos y el costo de cada pasaje no menor a los 550 pesos (a niveles de 2009), según los costos operativos que reconoció en su momento la misma empresa. Salvo, obviamente, que existiera algún tipo de subsidio. Entusiasmado, en su momento, Néstor Kirchner habló de un público de más de 1,5 millón de personas que anualmente se agolparía en las estaciones de trenes para viajar en la maravilla. «El 80% de ocupación promedio», se entusiasmaba el Gobierno por esos días. Es un hecho ya que en 2010 no habrá avances en las obras. Tendrá que apurarse el Gobierno para que la idea tenga alguna realidad en 2011. De no ser así, el TAVe pasará al olimpo K de proyectos anunciados, defendidos y abandonados como el Gasoducto del Sud, el Ferrocarril del Sud, las inversiones chinas y el Banco del Sud. Queda en el caso del tren bala un premio consuelo: en Puerto Madero sigue funcionando una réplica menor de lo que iba a ser, al menos en diseño, el TAVe. Fuente: Carlos Burgueño.