Jueves 6 de Agosto de 2009, 11:03

La gripe A mató a los pacientes sanos

| Más de la mitad de las personas que murieron por gripe A en la Argentina eran pacientes sanos, sin patologías adicionales, lo que evidenció que el virus H1N1 no sólo es peligroso para los denominados grupos de riesgo,

De las 337 víctimas mortales confirmadas hasta ahora, el 53 por ciento eran personas sin enfermedades prevalentes. Hay, además, otros 402 fallecimientos en todo el país que son analizados por la sospecha de que se deben a la gripe A. Hasta el 1° del actual se notificaron 762.711 casos de enfermedades tipo influenza (ETI) en todo el país, con una estimación por parte del ministerio del Salud de que el 93 por ciento de esos contagios se trató de gripe A. La Nación anticipó en su edición del domingo pasado que, hasta la semana posterior a las elecciones del 28 de junio, se habían superado los 400.000 contagios de gripe A, siendo que varias provincias adeudaban sus estadísticas. Sólo con que se confirmen unas pocas de esas muertes sospechosas la Argentina se convertirá en el país con más decesos por influenza A, ya que los Estados Unidos informaron 356 casos fatales hasta el momento. El informe indica que "la intensidad de la actividad de enfermedades tipo influenza (ETI) es aún elevada". Más allá de que el ministerio de Salud comunicase ayer la cifra de decesos y de contagios, esos números mantienen un retraso porque las provincias los informan con una demora mínima de dos semanas. Eso implica que la fotografía de la situación a fines de julio está todavía lejos de ser la precisa. Los 762.711 contagios confirmados toman en cuenta sólo los pacientes que recibieron atención en centros de salud, no aquellos asintomáticos ni los que padecieron un cuadro leve de la enfermedad. Esa cantidad de casos da una tasa de mortalidad muy baja, de 0,04 por ciento, según los fallecimientos confirmados ayer por el gobierno nacional. Lo esperable, según los datos en el orden mundial, es una tasa del 0,2 por ciento. Si bien los funcionarios explicaron que se está en una curva descendente de contagios, lo cierto es que el nivel de transmisión del virus es de todas maneras muy elevado, pues se mantiene en la zona peligrosa de epidemia. El pico más importante de la enfermedad se produjo en la semana posterior a los comicios de junio, y desde entonces bajó la cantidad de afectados. Ese retroceso del virus no llevó la curva de la epidemia al canal endémico de seguridad, sino que se ubicó en una línea de 60.000 contagios semanales. Ese nivel se tenía a mediados de junio, cuando empezaron a tomarse medidas de control, como la reprogramación de cirugías y las convocatorias a médicos jubilados y a estudiantes de medicina para reforzar las guardias de los hospitales. En esos días, la entonces ministra de Salud, Graciela Ocaña, reclamó sin éxito la suspensión de las clases. Según el ministro de Salud, Juan Manzur, se notó "en todo el país una disminución muy importante de la cantidad de consultas y de casos de gripe". Esa comparación se hace con relación al pico histórico de los contagios, que se dio en la semana epidemiológica 26 (entre el 28 de junio y el 4 de julio), porque la curva actual del virus se ubica igual en la zona de alto peligro. La disminución parcial de los casos se dio a partir de la suspensión de clases, de las licencias laborales a grupos de riesgo y del tratamiento con antivirales a todas las personas sospechosas de padecer la enfermedad. "No hay una confirmación científica, pero la observación permite decir que fue una medida efectiva el cierre de colegios y otros tipos de distanciamiento social que se promovieron", había explicado el ministro de Salud porteño, Jorge Lemus, un día antes de conocerse las nuevas cifras oficiales en el país. En la Capital Federal se reportaron 27 muertes confirmadas entre 22.502 pacientes, mientras que en Buenos Aires fallecieron 123 personas sobre 176.242 casos. Con una cantidad parecida de contagios, Santa Fe triplica a la Capital en víctimas fatales, con 83 decesos confirmados. Los infectólogos más reconocidos consideran que esa diferencia puede deberse al tiempo que tardaron los pacientes en pedir asistencia médica en cada distrito. El nivel de información y alerta en la sociedad, a partir de la acción de los medios de comunicación de la región metropolitana, habría sido superior al observado en el interior del país, coinciden los especialistas. Antes de las elecciones, el promedio de espera entre la aparición de los síntomas y la consulta era de cinco días en la Capital y en el conurbano bonaerense. Un par de semanas después esa demora bajó a un día y medio, en promedio, comentaron a La Nación funcionarios que están al tanto de lo ocurrido en esos distritos. En Santa Fe se habría postergado por más días la visita al médico y eso habría causado tantos cuadros irreversibles. Quienes analizan las progresiones de las epidemias aseguran que éstas tienen un desarrollo esperable de unas 12 semanas. Si se cumpliese ese patrón de comportamiento, la gripe A debería bajar su peligrosidad en unos 14 días. Aunque antes habrá que ver cómo actúa el virus en estas jornadas de actividad plena y colegios abiertos. Fuente: AIM.