| En las últimas horas se multiplicaron las versiones sobre la clausura de la estación de trenes de la ciudad de Posadas, que se quedaría sin trenes al amparo del silencio de los funcionarios. De ocurrir pasaría todo lo contrario a lo que se está reclamando para la reactivación de los ferrocarriles.
Ahora al verse nuevamente amenazado el futuro de la estación Posadas, emplazada en un predio de nueve hectáreas, con una bahía natural sobre las barrancas del Río Paraná, por el la Entidad Binacional Yacyretá (EBY) que impulsa la construcción de una avenida costanera, para proteger a la ciudad de Posadas del aumento del nivel del río (previsto a 83 metros sobre el nivel del mar), lo que no sólo dejará a la capital de Misiones sin trenes sino que afectará cincuenta mil familias paraguayas y argentinas, lo que ha generado una denuncia ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, el Obispo Emérito Joaquín Piña y numerosas organizaciones dieron a conocer un documento en el que se señala: “Desde hace años, por distintos medios, las poblaciones afectadas por el impacto de Yacyretá en sus vidas, reclamaron la atención del Estado. Esto sucedió tanto en Paraguay como en Argentina.
De forma sistemática, los poderosos recursos y la vergonzosa complicidad de todos los estratos de poder, hicieron que esta gravísima situación se minimizara, o bien, se ignorara por la mayoría de los vecinos que comparten la misma situación.
En estos últimos meses, después de tantas marchas, el histórico viaje en tren, huelgas de hambre, denuncias y represión, el mundo comienza a saber que existimos y se interesa por nuestra situación. El cambio político en Paraguay colabora mucho en este sentido.
Causa sorpresa, entonces, que lejos de conciliar posiciones con los afectados, la Entidad Binacional Yacyretá, intente rematar el conflicto con una jugada desesperada. Pero su hemos luchado fuerte cuando estábamos solos ¿cómo no hacerlo ahora que aprendimos a conocerlos?
En esta próxima semana Yacyretá planea levantar las vías del ferrocarril en proximidades del Puente Internacional impidiendo a los paraguayos, los discapacitados, los pobres y misioneros en general, llegar más cerca de sus casas y causándole perjuicios económicos. Esto también pone en riesgo la permanencia de la Estación, un patrimonio histórico que intentan destruir para favorecer intereses privados.
Lo grave de esto es que se vulnera el derecho a la comunicación y de los usuarios pobres, a la vez que se convalida el atropello a la identidad de los misioneros y complican las relaciones con el Paraguay. Posadas se quedará si puerto y estación retrocediendo casi medio siglo en el desarrollo, igual que en la década del ’90.
Con la excusa de la suba de una cota que está en medio de una discusión diplomática intentarán destruir aquello que no piensan reparar ni respetar, con el silencio y vergonzoso beneplácito de la política local. No están los movimientos de suelo, la publicidad de los proyectos ni las certezas de cómo reemplazarán a aquello que quitan. La lógica recomienda hacer las obras y luego desplazar a la gente y los servicios. Nos preguntamos también dónde están los organismos de control en estas cuestiones centrales cuando desde hace años pedimos ¡no dejen sin tren a los pobres!
Sepan que no vamos a quedarnos observando. Ya hemos demostrado nuestra indoblegable voluntad y dignidad. Apelamos a una toma de conciencia que nos ponga en el camino del diálogo y el reencuentro con los más esenciales valores ciudadanos”.